¡Alto o disparo!
Tengo que confesar que aunque para algun@s esta sea la edad dorada de los selfies, los morritos y el ego en modo foto en general, aún hay veces que cuando disparo con mi cámara me siento una auténtica francotiradora. No hablo ya de sesiones de fotos con personas amateurs que buscan una buena tarjeta de presentación con una imagen profesional – que esos momentos es para darles de comer a parte- . Hablo de la fotofobia del siglo XXI, que es un pánico no a la luz, o bueno si a la de mi flash, pero sobre todo miedo a salir retratados.
No hay evento, celebración, o reunión en la que al menos un par de personas no me espeten un:
- Eh!eh! Dónde vas con eso? (eso es la camarita de turno)
- A mí no me saques
- Quita! Quita!
O cualquiera de las versiones que vienen a significar más o menos lo mismo. Las personas en su mayoría perciben la foto como un espejo de feria que aumenta sus defectos hasta caricaturizarlo. Así que a tod@s aquell@s que no queréis salir en la foto porque “salís mal” tengo algo que comentaros, de que eso no pase ya me encargo yo.
“Si sabes esperar la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz”.
Steve McCurry
No os voy a quitar años de encima, ni kilos, ni poneros un/a buenorr@” del brazo. Pero cuando cargo flashes y cámaras en la mochila, nunca se me olvida meter la paciencia y empatía suficiente para que os dejéis llevar y salgáis relajados. Salir bien en una foto, no va de ser portada de revista. Va de que cuando veas la foto te acuerdes de cuando te la hiciste, del momento vivido, la celebración, las risas… que cuando la vea gente que te quiera ven que eres tu “no solo tu retrato”, que sea un cuadro de un momento único e irrepetible, algo totalmente incompatible con afrontar la visita al fotógrafo como el que visita al dentista.
“Cuando fotografías a una persona en color, fotografías su ropa, cuando lo haces en blanco y negro, fotografías su alma”.
Ted Grant
Lo único que nunca queda bien en una foto, que siempre descuadra y desenfoca es la inseguridad y la desidia. No funcionan antes de la foto, no funcionan durante la foto, y desde luego, no funciona después. Así que contra mi costumbre voy a daros un consejo a aquell@s que ya no cumpliréis 15: contagiaos un poco del espíritu de adolescente adict@ al selfie y echadle cara! Sonreír, relajaos, llevaos bien con la cámara – yo llevo 20 años con ella colgando y no me ha dado ni una queja – abrazad los momentos en los que el de la cámara os dispare y os daréis cuenta que os encanta jugar a ser modelos.
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