El Bullying también se ha confinado
Ahora que el estado de alarma se da por acabado, toca hacer balance. Ha sido un proceso duro, alejado de seres queridos y que nos ha forzado a pasar más tiempo en casa del que estamos acostumbrad@s. Esto ha afectado a nuestro día a día, nuestro trabajo, nuestro ocio. Aunque no todo serán nubarrones y malos experiencias cuando recordemos la primavera de 2020 y nos pregunten qué hicimos entonces. Hemos hecho todo el bricolaje que teníamos pospuesto de forma indefinida, aprendido idiomas, reciclado laboralmente, pasteles, gimnasia… No obstante, hay para quienes adelantar el fin de curso a marzo ha supuesto un descanso extra. Hay muchos niños y adolescentes, víctimas del bullying han cambiado el pánico del patio por la seguridad del hogar.

Foto de Andrea Piacquadio en Pexels
La cuarentena como remedio
Este oasis doméstico para la población escolar más débil no es algo baladí. Las consecuencias del acoso escolar, más allá de la incomodidad y la humillación a corto plazo trae consigo trastornos mucho más graves para mentes en formación: ansiedad, insomnio, exclusión social… son solo una parte del cuadro que presentan aquell@s que han sido víctimas de esta plaga.
La ya de por sí crueldad de este abuso ha presentado una nueva y maquiavélica vuelta de tuerca. No solo los trabajadores sanitarios han sufrido el rechazo y la violencia de quienes les rodean, el/la hij@ de médico o enfermer@ ha pasado a ser el gafotas, el bajito o el gordo… una nueva diana para sufrir la violencia que los niños reciben de sus mayores, y que simplemente rebotan en su entorno.
Del bullying al ciberbullying
Lamentablemente no todos son buenas noticias para est@s chic@s. El periodo escolar es un punto caliente para que los abusones hagan que impere la ley del más fuerte de forma presencial. Si este acoso no puede llevarse a cabo, la misma tecnología a la que hacía referencia al comienzo del blog tiene otro uso menos productivo. Durante el confinamiento, han aumentado los casos de ciberbullying entre los adolescentes. Estar atentos a las señales puede suponer la diferencia entre meses de abusos y un freno a tiempo. Lo mejor es enseñarles desde el principio a los más jóvenes un uso responsable de la tecnología. No solamente cuantitativo (el manido “niñ@, que te vas a dejar la vista con tanta pantallita”) si no también cualitativo: Nadie quiere un/a hij@ acosad@, pero tampoco a un acosador/a.
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